martes, 16 de agosto de 2011

ENTREVISTA EN TS

LA ENTREVISTA EN LA RELACIÓN DE AYUDA DEL TRABAJO SOCIAL A NIVEL INDIVIDUAL

PRESUPUESTOS BÁSICOS

La entrevista constituye una de las técnicas básicas del Trabajo Social. En él, efectivamente, adquiere una relevancia singular que comparte con otras disciplinas humanas o sociales, como la sociología, la pedagogía o la psicología, en cuantas ciencias o saberse que, de una forma u otra, afrontan problemas relativos a la intercomunicación e interacción humana.

El presente documento pretende poner de manifiesto la importancia de la entrevista como medio de establecer un contacto inicial positivo con la persona que solicita ayuda y como elemento fundamental del proceso posterior de la relación que entonces se establece entre ella y el Trabajador Social, y cuyas fases analizamos en los diversos apartados que estructuran en esta copelación.

Esos apartados se refieren sucesivamente a los presupuestos básicos; a la diferenciación de las fases de actuación del Trabajador Social y a los criterios metodológicos que la orientan; por último, a las consecuencias prácticas que se derivan de nuestro planteamiento y a la supervisión y evaluación del proceso que se ha expuesto.

La convicción previa de que se parte aquí coincide sustancialmente con la idea que manifiesta Isca Salzberger cuando aborda el análisis de la relación de ayuda llamando la atención sobre el hecho de que “el conocimiento de teorías acerca del ser humano no proporciona una clave para entender a las personas, a menos que haya llegado a formar parte de la experiencia viva. Los entrevistados no son mera personificación de una teoría, sino seres humanos, cada uno de los cuales tiene una personalidad única y compleja, aunque sus pautas básicas de relaciones sean similares a las de otros”. Esta idea coincide, en el fondo, con el pensamiento expresado por el Profesor Adler cuando observaba irónicamente que hay pocos seres humanos que, aunque no hayan realizado ninguna clase de estudios, no se consideren expertos en la ciencia del conocimiento del hombre. Más en particular, esta lección se enmarca en el contexto de la llamada “corriente humanística” de la psicología que, más allá de los matices que aportan las diversas tendencias que le representan, afirma vigorosamente la actividad original de la persona. En efecto, el hombre no es únicamente un ser que reacciona frente a los estímulos ambientales, tal como le conciben las varias formas de positivismo que prevalecieron en otras épocas. Tampoco es el resultado de un inconsciente anónimo, sino que es un ser en marcha hacia la realización de un proyecto de sí mismo, es decir, es el resultado original de un desarrollo que tiene una historia individual. En este sentido, entiendo que es ejemplar el esfuerzo realizado por Gordon Allport, entre otros, para desvelar los dinamismos centrales de la personalidad y subrayar su carácter único e irrepetible.

Muchas de las teorías que se empeñan en imitar a la llamada ciencia nomotética (esto es, la que sirve de conceptos que son aplicables a todos del mismo modo), consideran que los deseos e intenciones de los individuos son simplemente cambios repetidos sobre diversos temas uniformes que pueden llamarse “impulsos”, “instintos”, “necesidades”, “deseos” o “vectores”, entre otras cosas. Pero sea cual sea su nombre, la inferencia es siempre la misma: si se pueden clasificar correctamente los motivos se podrá explicar la conducta de cada hombre. El impulso sexual, el instinto de agresión, el ansia de triunfar, el deseo de seguridad y la aspiración a la independencia son variables a las que pueden estar subordinadas todas las personalidades. Ahora bien, Allport entiende que para ciertos objetivos este planteamiento puede ser defendible y a menudo es conveniente comparar las personalidades de acuerdo con este tipo de categorías comunes. Pero subraya también con fuerza el hecho de que “las teorías que se satisfacen totalmente con la explicación de motivos abstractos, de personalidades abstractas, no crean una base suficientemente sólida para sostener el peso de una personalidad concreta”.

Otra idea que está presente en el desarrollo de este documento es que el proceso de autorrealización de la persona y de su comunicación con los demás no puede desligarse del entorno concreto en que vive cada individuo. La existencia de cada persona aparece siempre como una libertad condicionada por las circunstancias y modos de vida que le son propios: su propio pasado, el ámbito familiar y profesional, el medio físico y social, la formación cultural, los problemas económicos.

Esta realidad externa e interna es su situación, que es siempre cambiante y cuyos elementos son percibidos de diverso modo según la significación que le vaya dando y las actitudes y valoraciones que estén a la base de su comportamiento, esto es, de su forma de ajustarse a la realidad. En uno de los capítulos de su obra “Dialéctica de la persona”, el Profesor Castilla del Pino, al referirse a este problema ha llamado la atención sobre la importancia que tiene en psicoterapia y en cualquier forma de relación que se oriente a la ayuda de otra persona, la capacidad de tomar conciencia de que la persona que recurre al experto lo hace precisamente porque vive su situación de forma conflictiva. No es posible, por tanto, actuar eficazmente si antes no hay una comprensión de esa situación, de la realidad concreta en la que el paciente está inmerso y de los factores reales que inciden en ella. En el caso del Trabajador Social esta convicción constituye una de las claves evidentes de su labor específica. Finalmente, se intentan sacar las consecuencias fundamentales del hecho de que la realización de uno mismo acontece necesariamente en la comunicación humana, en la relación interpersonal, esto es, en la afirmación del otro, y en la aceptación de uno mismo por él. No se trata sólo de una afirmación metafísica o abstracta sino de una realidad existencial e inmediata que tiene repercusiones profundas de cada uno. En la medida en que esa relación sea efectiva, o bien quede frustrada, se hará posible la vida personal auténtica o su fracaso. Desde estos supuestos teóricos es posible entender en qué consiste la calidad auténtica de las interacciones Trabajador Social Cliente. Este encuentro será tanto más intenso y profundo en la primera entrevista y en otras posteriores que la prolongan y completan, cuanto más explícita sea la conciencia que tiene el profesional de la naturaleza de la comunicación que se establece y se vive en la relación de ayuda que está prestando.

OBSERVACIONES PRELIMINARES SOBRE LA ENTREVISTA

En el Seminario sobre la entrevista en Trabajo Social que se celebró en Madrid en 1988, se recordaron algunas definiciones o descripciones que han venido haciendo diversos autores. A modo de ilustración, recordamos aquí las siguientes:

Según Sullivan, es una situación de comunicación que se establece entre dos con el propósito de elucidar modelos característicos de vivir del sujeto llamado cliente, que experimente tales modelos bien como perturbadores o como especialmente valiosos y que espera un beneficio del hecho de revelarlos.

Bleger la describe como una relación entre dos o más personas en la que éstas intervienen como tales. Es decir, es una relación humana en la cual uno de sus integrantes (el técnico) debe tratar de saber lo que está pasando en la misma y debe actuar según ese conocimiento.

Es conocida también la posición de Rogers, para quien la entrevista es un instrumento destinado a estimular el intercambio emocional en el que el consultor auxilia al cliente a descubrir y dominar sus propios sentimientos.

Es evidente que una entrevista será distinta a otra en la medida en que varíe su forma, duración, profundidad, modo de información, comunicación y tipo de cliente, lo cual nos lleva a afirmar que no existe un modelo exclusivo de entrevista, rígida e invariable.

Puede hablarse también de diferentes clases de entrevista, según el contexto en el que se desarrolla, o atendiendo a otros criterios como el grado de libertad de los interlocutores, el nivel de profundidad de la información a recoger, el tipo de objetivos a alcanzar o, como hace, Madeleine Grawitz, según el modo de conducirla, distinguiéndose así entre entrevista clínica, profunda, de respuesta libre, de respuesta cerrada o de preguntas cerradas y abiertas.

En la entrevista del Trabajador Social, como en otro tipo de entrevistas con finalidades diferentes, hay que tener presentes una serie de variables, que condicionan el tipo de relación que se establece y el resultado final de ésta.

A este propósito, es ilustrativo el esquema desarrollado en el citado curso de 1988. Teniendo presente la forma de preguntar, se distingue la entrevista abierta (que facilita la expresión y ayuda a localizar los intereses del entrevistado y su motivación), de la entrevista cerrada (caracterizada por su mayor rigidez y que, por ello, hace posible una mayor concreción y matización, clarificando situaciones ambiguas y contribuyendo a mantener viva la atención).

Atendiendo al estilo de conducción, se habla de entrevista suave (que propicia un clima de confianza y que es aconsejable principal­ mente en el caso de personas de mucha sensibilidad); de entrevista acentuada (esto es, que se relaciona con una actitud directiva) y de entrevista brusca (en cuanto que introduce temas no afrontados directamente por el sujeto y busca la eficacia inmediata de los datos).

Finalmente, si la variable a considerar son los objetivos buscados, el tipo de relación inicial es de importancia capital para el desarrollo de su proceso posterior y determina la naturaleza y el contexto del conflicto; la llamada relación de identificación de problemas se orienta también a esclarecer la índole de los conflictos que aquejan al sujeto, facilitando su valoración y diagnosis.

Otro tipo de relaciones serían las que se vinculan, de un modo u otro, con la búsqueda de orientación y la eliminación de falsas expectativas, con la clarificación de lo que el sujeto ha venido diciendo de sí y la manifestación de las causas que subyacen a la crisis que está viviendo.

Estas breves consideraciones permiten ya entrever la importancia que tiene para el Trabajador Social el conocimiento de la diversidad de las entrevistas y de las claves que subyacen a cada una de ellas. El recurso a un determinado tipo de entrevista estará condicionado por la naturaleza del problema que se plantee, por el tipo de información que se necesite y por las características de la persona que solicita ayuda.

En este sentido, tiene una relevancia singular la primera entrevista con el cliente, cuyos momentos fundamentales vamos a exponer a continuación.

LA ACTUACIÓN DEL TRABAJADOR SOCIAL EN LAS DIVERSAS FASES DE LA ENTREVISTA

El contacto preparatorio con el cliente

Normalmente, la entrevista debería estar precedida por un contacto inicial que permitiera contextualizar el problema de la persona y su modo de afrontar el conflicto en que se encuentra.

No es indiferente, ante todo, el hecho de que se trate de alguien que voluntariamente decide acudir en demanda de ayuda o que el propio Trabajador Social tome la iniciativa para poner remedio a una determinada situación problema, ya que las dificultades que han de afrontarse no serán, por supuesto las mismas. En cualquier caso, hay elementos comunes y criterios de actuación a que deberá atenerse en el desarrollo de su labor específica.

Ante todo, es importante conocer el medio físico y social en que desarrolla habitualmente su vida el cliente. No es lo mismo, por ejemplo, un marco rural que un marco urbano. Y dentro de la ciudad, es muy distinto vivir en un barrio periférico o en un suburbio con estructuras materiales deficientes, o en una zona industrializada y socialmente conflictiva, que en otro marco de vida que ofrezca mayo­ res posibilidades de atención en el ámbito del trabajo, la sanidad, la educación, el ocio y la vida de relación.

Estudios recientes han puesto de manifiesto hasta qué punto la percepción del entorno vital condiciona la imagen de sí mismo, favorece u obstaculiza el desarrollo de la personalidad, la capacidad de comunicación, la espontaneidad o agresividad en las actitudes, la adhesión a valores o ideas diferentes, constituyendo así uno de los elementos fundamentales a tener en cuenta cuando se habla de la calidad de vida.

Además de los factores y elementos del entorno que son comunes a las diferentes personas y que, de un modo u otro influyen en su comportamiento, hay otros que deberán tenerse en cuenta cuando se trata de diferentes sectores de población que, por diversas circunstancias, ven agravada su situación personal. Piénsese, por ejemplo, en el caso de los minusválidos, de los inmigrantes, o de otros grupos humanos similares.

En este contacto inicial, previo a la entrevista propiamente tal, el Trabajador Social puede obtener ya una información básica que le permita hacerse cargo de los aspectos más relevantes familiares, culturales, ambientales, profesionales que inciden en la situación personal del cliente y en su modo de percibir el conflicto o el problema que está viviendo.

Por su parte, el cliente puede también entrever qué tipo de ayuda se le ofrece desde la institución, y qué posibilidad existe de encontrar un apoyo real en aquella relación interpersonal que ha comenzado a desarrollarse entre él y el Trabajador Social.

El proceso de relación interpersonal y la metodología que está a su base

La entrevista, pues, debería comenzar en el momento en que ese clima previo fuera propicio para la existencia de una interacción efectiva y no se considerara preciso escuchar a otros profesionales, o aplazar la decisión de seguir adelante hasta que se hubieran llevado a cabo otros encuentros.

En principio, se entiende que en esta nueva fase puede y debe combinarse, de forma flexible, el recurso a los criterios que inspiran al llamado método no directivo con una participación más directa y activa del Trabajador Social, cuando éste entienda que así lo exige el proceso de la relación que se ha iniciado.

En otras palabras, las orientaciones básicas que han venido proponiéndose en la terapia, en la pedagogía y en otros ámbitos de interrelación humana, sustituyendo a modos de proceder que no se consideran ya idóneos, constituyen también una referencia valiosa para el Trabajador Social y su modo de afrontar la relación de ayuda individualizada.

En caso de que los datos recogidos en la fase inicial de la entrevista, o en la etapa previa de contextualización, aconsejen seguir una metodología no directiva, deberá hacerse así, conociendo a fondo los su­ puestos en que se asienta la misma y el fin concreto a que se orienta.

La clave última consiste siempre en centrar la labor de asesoramiento y apoyo, no en los problemas mismos, sino en la persona del cliente, en la actualización de las posibilidades latentes en ella y en su capacidad de afrontar la situación de conflicto y encontrar la res­ puesta adecuada a ella.

En este sentido, considero que puede ser muy esclarecedor para nosotros recordar el modo en que procedió Rogers en su reflexión teórica y en su actuación práctica. Cuando en 1946 somete a crítica el Counseling directivo, observa que la pregunta, la alabanza, la crítica, la amonestación, la sugerencia o la persuasión eran las técnicas básicas de que se servía el asesor o consejero, que en ningún caso dejaba de lado sus interpretaciones y valoraciones para tratar de entrar en el mundo personal del otro. El sabe desde el principio lo que éste necesita y le conduce, sin concesiones, hacia el fin preconcebido.

La orientación centrada en el cliente se opone abiertamente a un planteamiento de esa naturaleza, que no sólo es una barrera para la comunicación sino que pone toda la responsabilidad de la entrevista en manos del terapeuta o asesor y fomenta, por consiguiente, la tendencia del cliente a la dependencia. Esta persona no se experimenta a sí misma como sujeto activo sino como alguien que está sometido a la decisión del experto, al control del especialista.

Como contrapunto a esa forma de proceder, Rogers entiende que lo fundamental consiste en crear ciertas condiciones en la comunicación interpersonal que hagan posible una relación de ayuda diferente.

La primera de ellas consiste en ser una persona real con el cliente, esto es, una persona congruente en su relación. La segunda condición es que al asesor, al consejero o al terapeuta le importe realmente el cliente y que éste tenga conciencia de ello. Finalmente, es preciso que a través de una corriente de empatia hacia ese cliente, sea capaz de sentir y conocer lo que pasa dentro del mundo de esa persona.

Todo ello supone un modo de escuchar muy activo y una participación intensa en la marcha del proceso que se está viviendo.

Ya en la época de su madurez, Rogers estaba convencido de que la misión del terapeuta con el cliente consistía fundamentalmente en comprender el mundo de éste tal como él mismo lo ve. Pero en el término final de su vida encuentra una fórmula nueva más abarcadora de actuación que consiste en combinar la capacidad de adentrarse en el mundo perceptivo interno del cliente con la de saber ofrecerle su propio mundo perceptivo, pero sin intentar imponérselo.

En este sentido, el terapeuta sin dejar de ser él mismo, otorga esta misma posibilidad al cliente: le ofrece algo que puede ayudarle a ampliar su campo perceptivo, pero no se le impone.

De forma similar, entiendo que a partir de un planteamiento de esta naturaleza queda justificado el recurso a un método ecléctico como el más apto para realizar la labor específica del Trabajador Social. En efecto, en él se combinan aspectos complementarios del método directivo y del no directivo que hacen posible una aproximación más realista a las situaciones concretas que viven las personas con quienes profesionalmente nos relacionamos.

En la práctica, el uso de este método ecléctico aconseja comenzar el proceso interviniendo de una forma más activa. El Trabajador Social podrá hacer preguntas o reflexiones tendentes a motivar al cliente, a facilitarle la manifestación de sus sentimientos o vencer posibles resistencias, sin que ello signifique imponerle una fórmula concreta o única de actuación.

En la media en que él vaya adquiriendo una mayor capacidad de autoconocimiento y de autodeterminación, la actuación del Trabajador Social irá también evolucionando en un sentido más claramente no directivo.

La convicción básica de que debe partirse, como observa Isca Salzberger, es que al constituir una experiencia nueva para el entrevistador y el entrevistado, “la actitud de cada uno de ellos con respecto a la situación influirá en alto grado en su relación, y especialmente en su contacto inicial”.

Yendo al fondo de la cuestión, una de las claves de la comunicación en profundidad con la persona que solicita ayuda es la capacidad real del Trabajador Social para llegar a una comprensión empátca con ella. Se trata de un tipo de comprensión que va más allá de la actitud de simple simpatía, en cuanto significa un esfuerzo para participar en la experiencia total del otro, no sólo en sus aspectos emotivos o cognoscitivos, intentando adoptar su punto de vista, pensar en su marco de referencia y razonar de acuerdo con sus premisas.

Este grado de comprensión empática es posible para el Trabajador Social, como para el educador o el psicoterapeuta, en la medida en que exista una auténtica madurez personal y la correspondiente capacidad de contacto.

Una prueba de esa madurez e inteligencia práctica y operativa es el modo de entrar en relación con el otro, de aproximarse a su mundo interior y ofrecerle la disposición personal apropiada. J. Rattner ha observado que “es asombroso lo poco que dominan las personas el arte de la conversación”, llamando la atención, entre otras cosas, sobre la importancia que tiene saber escuchar, adaptarse al ritmo del interlocutor y a sus modos de expresión, no adelantarse al curso de su pensamiento, ni interrumpirlo o desviarlo con preguntas o consideraciones inoportunas.

A la hora de aplicar esta actitud básica en la entrevista, y como orientación general que deberá luego ajustarse a las condiciones de cada persona, pueden establecerse algunos criterios prácticos más precisos.

En primer lugar, el Trabajador Social deberá mostrar interés activo por el que habla, controlando su propio deseo de intervenir, respetando los silencios y facilitando con su disponibilidad la manifestación de los sentimientos e ideas que él intenta expresar. De este modo puede ir haciéndose cargo de cómo ve el propio cliente su situación y afronta su problema, lo cual va a permitirle, por una parte, ponerse luego a su nivel y, por otra, evitar actuar apoyándose en opiniones preconcebidas.

En segundo lugar, este interés del Trabajador Social hacia la persona de su entrevistado debe encaminarse a que la actitud receptiva y abierta que él está manifestando haga posible cuanto antes que exista una auténtica relación positiva, esto es, que se cree un clima en que esa persona se sienta segura y recupere o refuerce la confianza en sí misma. Por otra parte, por tratarse, en principio, de una relación profesional, este proceso se verá facilitado en la medida en que en el encuentro previo que antecede a la entrevista se haya clarificado el objeto de la misma y se hayan examinado los datos, decidiendo el cliente libremente utilizar ese recurso en busca de apoyo y ayuda.

Finalmente, todo este esfuerzo de escucha atenta la observación del modo de expresarse el entrevistado y de las diferentes actitudes que va manifestando, así como la creación del clima propicio para que la relación sea positiva, hacen que el Trabajador Social vaya formulando mentalmente preguntas y observaciones que, en su momento y en la forma debida, habrá de hacerle de forma explícita. Si tales preguntas se plantean en una situación real de diálogo y cooperación, podrán obtenerse respuestas satisfactorias que hagan avanzar el proceso iniciado, sin encontrar resistencias abiertas o provocar actitudes de defensa en el entrevistado, que podrían inducirle a silenciar aspectos importantes de su situación o incluso a recurrir al engaño para enmascararlos.

La relación transferencial o transferí: su ambivalencia

Una vez más y como referencia esclarecedora del proceso que se está viviendo en una relación interpersonal de esta naturaleza conviene hacer referencia a los procesos conscientes e inconscientes que le acompañan y que pueden tener un significado negativo o liberador, según los casos.

En ellos, en efecto, como en la relación con el cliente, se produce con frecuencia lo que se denomina relación transferencial o transferí, y que se refiere a los sentimientos experimentados por una persona hacia su interlocutor o confidente, proyectando en él anteriores actitudes o prototipos.

La reacción que esto suscita es la llamada contra transferencia, cuya naturaleza y significación será positiva o negativa según sea el yo profundo de la persona y su madurez afectiva. Si el Trabajador Social, por limitarnos a nuestro campo, no ha conseguido una personalidad madura, capaz de libertad e independencia personal, su relación contratransferencial manifestará síntomas negativos como insatisfacción personal, inseguridad, duda, soledad, etc., que pueden derivar en una situación de angustia o perplejidad que le incapacite para su labor profesional, o bien desencadenar mecanismos de defensa del yo en forma de evasión, de protección, de compensaciones o de huida.

Reacciones contratransferenciales típicas, que han sido estudiadas en otros campos y son también indicativas para nosotros, serían, por ejemplo, las actitudes que describe el Profesor Le Du al analizar tres formas de comportamiento que él denomina el personaje, el salvador y el maestro. En efecto, la persona que acude a otra en busca de apoyo, consejo o asesoramiento, le plantea demandas muy distintas, de acuerdo con su manera de ser, y ella reacciona a esa demanda, ya sea de forma inmadura y dependiente, o bien de manera auténtica o liberada, dando una respuesta positiva al transferí de la persona que se comunica con ella.

La figura del personaje aparece, por ejemplo, cuando el asesor se comporta de modo que aparece ante el otro como una persona ejemplar en la que se proyectan sus deseos conscientes o inconscientes de seguridad, protección y guía que contribuyen a crear una profunda relación de dependencia.

Esto hace que en la realización de su tarea, el profesional se considere como un salvador de las deficiencias o limitaciones del otro, o como un guía y maestro indiscutible, alentando en sí mismo sentimientos de superioridad y actitudes autoritarias que anulan en el otro la libertad y creatividad, haciendo inviable una auténtica relación.

Erich Fromm, desde su específico punto de vista, aporta algunas interpretaciones de los comportamientos autoritarios que pueden ayudarnos a comprender mejor actitudes de esta naturaleza. Según él, los deseos paternalistas o salvadores que intentan identificar al cliente con el psicoterapeuta, por ejemplo, responden a la incapacidad de éste para resistir a la soledad de su propio yo individual. En esta situación surge lo que él denomina el auxiliador mágico, de quien se espera obtener todo lo que se desea en la vida, en vez de conseguirlo como resultado de las propias acciones y decisiones. Cuando una persona responsable de otros consiente en constituirse como tal auxiliador, se convierte en un manipulador de la libertad ajena, enmascarando su actitud bajo el pretexto de un encuentro con el otro.

La comprensión empática

Este modo de proceder es común a cualquier entrevista, pero tiene una relevancia singular en la primera, esto es, en el momento mismo en el que se inicia la relación y se pone en marcha un proceso de intercomunicación que deberá proseguirse en ulteriores encuentros.

La meta última a que apunta ese proceso iniciado es llegar a conseguir, en su momento, un verdadera empatia, esto es, una percepción de nuevo contenido en las experiencias de la persona entrevistada, siendo capaz de ver nuevas relaciones de causa y de efecto y adquiriendo una mejor comprensión de los síntomas del comportamiento y de los modelos a que éste se ajusta realmente.

Cuando se habla de empatia en el ámbito del Trabajo Social, y más en concreto dentro de la entrevista, se está haciendo un uso analógico de lo que ocurre en los procesos que tienen lugar en el psicoanálisis o la psicoterapia. A este propósito conviene tener presente que, como ha expuesto recientemente el Profesor Tizón, en la literatura psicodinámica se encuentran al menos tres conceptos de empatia

En unos casos, es entendido como autoaceptación o reconocimiento del propio inconsciente y está fundamentado en la captación intelectual o comprensión racional de las significaciones de nuestra conducta.

En otras ocasiones, se da más importancia a sus aspectos emocionales, hablándose de un contacto vivido con lo inconsciente y subrayando que si no hay una emoción profunda que acompañe a ese proceso no puede haber empatia y no hay, por tanto, ningún cambio efectivo.

Finalmente, otros autores mantienen una posición sintética. La empatia sería una experiencia profunda de la persona, con aspectos intelectuales y emocionales, a través de la cual llegaría a tomar conciencia del comportamiento sintomático y de los procesos emocionales subyacentes a ellos. En expresión de Hatcher, se trataría de un empatia experiencial que exige una integración equilibrada de contacto emocional y de comprensión intelectual, que hacen posible entender la significación de un conflicto inconsciente.

En el caso del Trabajo Social, cuando hablamos de empatia hacemos referencia fundamentalmente a esta experiencia original y a esa nueva forma de percepción de sí mismo y de los demás que acompaña al proceso de intercomunicación que se vive en la relación de ayuda cuando ésta no se reduce a ser meramente una actividad mecánica o administrativa.

El autoconocimiento y la comprensión del otro que se hace patente se refiere tanto al cliente como al propio Trabajador Social y está condicionado por el grado de empatia existente entre ellos, como ya observamos anteriormente.

Puede ser ilustrativa a este propósito una referencia a un caso concreto que se plantea con frecuencia en las entrevistas cuando se ha establecido una auténtica relación empática. Una persona se siente indecisa frente a una resolución importante a tomar. Nadie mejor que ella tiene en su mano todos los elementos a considerar, sobre todo cuando ha consultado a personas competentes que le han podido valorar los datos y exponerle las consecuencias de su elección. Sin embargo, no percibe aún la dirección a que se orienta realmente su dinamismo íntimo. En esta situación el encuentro con otra persona y la relación de empatia que se establece entre ellas, puede ser la oportunidad para clarificar definitivamente la situación y dar el paso hacia adelante. La persona se ha comprendido a sí misma, porque alguien ha reflejado lo que es ella en realidad y ha puesto en movimiento un proceso interior nuevo.

En situaciones de esta naturaleza se hace patente hasta qué punto estaba en lo cierto Unamuno cuando afirmaba que en cada uno de nosotros hay cabos sueltos espirituales, rincones y espacios inexplorados de la conciencia que se mantienen velados a nuestra mirada porque no hay otras personas que los adivinen y que, en una experiencia de intimidad compartida, nos los revelen.

ALGUNAS PROPUESTAS BÁSICAS QUE SE DERIVAN DE NUESTRO PLANTEAMIENTO

El planteamiento general que se acaba de exponer a propósito de las características y elementos fundamentales de un proceso de interacción de esta naturaleza, así como de los cambios y alternativas que pueden darse a lo largo de él, permiten ya establecer algunos criterios concretos que, resumiendo las aportaciones que han venido haciéndose por parte de diversos autores y especialistas se ha resumido en las propuestas básicas siguientes:

Sintonizar con la necesidad que experimenta el cliente de sentirse reconocido y tratado como una persona individual, no como un caso más dentro de una serie amorfa, al cual se presta sólo una atención genérica e indiscriminada.

Favorecer la libre expresión de vivencias y sentimientos del cliente, evitando juicios de valor o manifestaciones externas de discrepancia, de censura o de condena, que no contribuirían a aliviar la tensión y harían más difícil la comprensión del problema y la espontaneidad de la relación.

Mostrarse sensible y receptivo hacia esos sentimientos e ideas que se van poniendo de manifiesto, intentando desvelar su significado preciso e ir perfilando el tipo de respuesta que esa participación emocional controlada va sugiriendo como más apropiado o conveniente.

Ponerse en el lugar del cliente y seguir su ritmo, con el fin de facilitar que experimente un sentimiento de seguridad y pueda otorgar su confianza al interlocutor, a medida que se sabe comprendido y aceptado.

Esta aceptación, que constituye una clave fundamental en el desarrollo de la entrevista, será tanto más efectiva cuanto mayor sea la capacidad del Trabajador Social para ir más allá de planteamientos simplistas, o de prejuicios, guiándose en su actuación por un conocimiento profundo de la conducta humana y manteniéndose igualmente distante de posiciones rígidas, o de una actitud artificial de benevolencia, que revelan últimamente inseguridad personal e incapacidad de afrontar con lucidez los hechos.

Evitar que el cliente, a causa del modo de proceder del Trabajador Social, tenga la impresión de que está siendo juzgado, de que se le considera culpable o inocente. En una situación de esta naturaleza, se activarían sus mecanismos de defensa, haciéndose imposible una relación auténtica de comunicación.

Determinar con claridad el uso que va hacerse de la información que se obtenga en la entrevista, quién va a tener acceso a ella y con qué fines, dándole la seguridad de que el criterio que prevalecerá, en todo caso, será la ayuda que pueda prestársele y la reserva que exige una interrelación de esta naturaleza.

Finalmente, y como conclusión de esta interacción dinámica y de la aplicación práctica de los criterios expuestos, hacer posible que el cliente sea consciente del protagonismo insustituible que le corresponde en el afrontamiento y solución de sus problemas, de que él mismo puede y debe tomar las decisiones.

Cuando la comunicación con el cliente se establece sobre los criterios que acabamos de exponer, tanto el asesor y consejero como el propio cliente están propiciando lo que Eliane A. Lévy-Valensi llama “ascenso al universo moral”

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Al proceder de este modo, el Trabajador Social asume y hace propios en su práctica profesional los postulados de carácter universal que han venido imponiéndose como presupuestos antropológicos y éticos básicos.

El primero y más radical de ellos es el que expone nuestra Constitución al referirse a “la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad y el respeto al derecho de los demás”, como fundamento de la convivencia social y política.

En segundo lugar, la persona individual, que es única e irrepetible, constituye también una realidad abierta, esto es, se autorrealiza en el tiempo y se va perfeccionando a lo largo de un proceso en el que se desarrollan sus posibilidades, a través de las decisiones libres y afrontando los condicionamientos que le impone su vinculación a la naturaleza física, a un marco vital determinado, a unas estructuras sociales y a una cultura, en un movimiento permanente de personalización.

Finalmente, la persona es más que una pura individualidad que se afirma a sí misma. La comunicación con los demás constituye una exigencia fundamental de su vida, puesto que la sociedad es mucho más que la mera yuxtaposición de seres independientes y aislados. La realización efectiva de la capacidad que tiene la persona de transcenderse hacia el otro y de establecer vínculos profundos de relación y de encuentro, o bien su frustración, constituyen una de las claves de la maduración de la persona y de su efectiva autorrealización, o de su fracaso en ese empeño.

Estos postulados básicos constituyen el fundamento de las normas y principios que inspiran la práctica profesional del Trabajador Social, en el ámbito concreto de la relación de ayuda a nivel individual, cuya dinámica concreta hemos resumido ya anteriormente en unas propuestas explícitas básicas.

LA GRANDEZA DEL HOMBRE ESTA EN SUS PENSAMIENTOS

PARA ENSAYO POSIBLE 2

ETICA Y TRABAJO SOCIAL.

La ética es un tema que no solo implica la profesión del Trabajo Social, sino que en ella se engarzan todo el concierto de profesiones y disciplinas que trabajan con y para el ser humano, y que alcanza a cualquier ciudadano en el ejercicio de los derechos que le otorgan las instituciones democráticas; no hacerse cargo de ella ejerciéndola adecuadamente, es no sólo una falta de responsabilidad social sino - lo que es más grave - no tener conciencia como sujeto que junto con otros construye una sociedad solidariamente pluralista, igualitaria y con justicia social.

Natalio Kisnerman dice: ".......(la ética)... no la impone un código sino el ejercicio cotidiano de relacionarnos con otros profesionales y con las personas con las que trabajamos. Los códigos de ética, declaraciones de derechos y principios de nada sirven si no se tiene en cuenta la singularidad de la cultura, puesto que a menudo operan como efecto negativo desde los cuales, bajo la pretensión de ser valores superiores a otros, justifican la desvalorización, la represión, la muerte y la destrucción"

En cuanto a la implicación de la ética y el Trabajo Social, considera que ésta es la misma que en cualquier profesión. Sin embargo, entiende que muchas veces un Trabajador Social – al igual que el médico o el psicólogo o para el caso el abogado – pueden ver que el modelo ético que sustentan no es el mismo que el de la institución donde se desempeñan.

Declaración Internacional de Principios

Éticos del Trabajo Social

Los objetivos de la Declaración Internacional de Principios Eticos son:

1. Formular un conjunto de principios básicos para el trabajo social, que pueda adaptarse a distintos ámbitos sociales y culturales.

2. Identificar áreas éticamente problemáticas en la práctica del trabajo social (a partir de ahora nos referiremos a ellas como "áreas problema").

3. Proporcionar orientación sobre los métodos a elegir para tratar y resolver cuestiones o problemas éticos (se denominan partir de ahora "métodos para actuar en cuestiones o ante problemas éticos").

Principios

Los trabajadores sociales contribuyen al desarrollo de los seres humanos, por medio de su aceptación de los siguientes principios básicos:

1. Todo ser humano posee un valor único, lo que justifica la consideración moral hacia cada persona.

2. Cada individuo tiene derecho a la autorealización, hasta donde no interfiera con el mismo derecho de los demás, y tiene la obligación de contribuir al bienestar de la sociedad.

3. Cada sociedad, independientemente de su organización, debe funcionar de manera que proporcione los máximos beneficios a todos sus miembros.

4. Los trabajadores sociales tienen un compromiso con los principios de la justicia social.

5. Los trabajadores sociales tienen la responsabilidad de dedicar sus conocimientos y técnicas, de forma objetiva y disciplinada, a ayudar a los individuos, grupos, comunidades y sociedades, en su desarrollo y en la resolución de los conflictos personales y/o sociales y sus consecuencias.

6. Los trabajadores sociales deberán proporcionar la mejor atención posible a todos aquellos que soliciten su ayuda y asesoramiento, sin discriminaciones injustas basadas en diferencias de sexo, edad, incapacidad, color, clase social, raza, religión, lengua, creencias políticas o inclinación sexual.

7. Los trabajadores sociales respetan los derechos humanos fundamentales de los individuos y los grupos definidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas y otros acuerdos internacionales derivados de dicha Declaración.

8. Los trabajadores sociales tienen en cuenta los principios de derecho a la intimidad, confidencialidad y uso responsable de la información, en su trabajo profesional. Los trabajadores sociales respetan la confidencialidad justificada, aún en los casos en que la legislación de su país esté en conflicto con este derecho.

9. Los trabajadores sociales deben trabajar en estrecha colaboración con los clientes y usuarios, y en interés de los mismos, pero prestando el debido respeto a los intereses de las demás personas involucradas. Se debe motivar a los clientes y usuarios a que participen lo más posible y deben ser informados de los riesgos y posibles ventajas de las propuestas de actuación que se les ofrezcan.

10. Los trabajadores sociales esperan, generalmente, que los clientes y usuarios se responsabilicen, en colaboración con ellos, de las actuaciones que puedan afectar a su vida. Sólo deberían adoptarse medidas coercitivas a favor de una de las partes implicadas en un conflicto, después de una cuidadosa evaluación de los argumentos de cada una de las partes en litigio. Los trabajadores sociales deben evitar, en los posible, recurrir a medidas legales coercitivas.

11. El Trabajo Social es incompatible con el apoyo, directo o indirecto, a los individuos, grupos, fuerzas políticas o estructuras de poder que destruyan a otros seres humanos con el terrorismo, la tortura u otros medios violentos similares.

12. Los trabajadores sociales toman decisiones justificadas éticamente y las mantienen, teniendo en cuenta la "Declaración Internacional de Principios Éticos de la FITS" y los "Criterios Éticos Internacionales para los Trabajadores Sociales" adoptados por sus asociaciones y colegios profesionales nacionales.

Código de ética

1. La conducta y Comportamiento del trabajador social.

o Propiedad - El trabajador social debe mantener mayores niveles de la conducta personal en la capacidad o de la identidad como trabajador social.

§ La conducta privada del trabajador social es una cuestión personal al mismo grado que cualquier otra persona, excepto cuando tal conducta compromete el cumplimiento de responsabilidades profesionales.

§ El trabajador social no debe participar adentro, no perdonó, ni se asocie a falta de honradez, a fraude, a engaño, o a la mala representación.

§ El trabajador social debe distinguir claramente entre las declaraciones y las acciones hechas como individuo privado y como representante de la profesión social del trabajo o una organización o grupo.

o Capacidad y desarrollo del profesional - El trabajador social debe esforzarse hacer y seguir siendo perito en práctica profesional y el funcionamiento de funciones profesionales.

§ El trabajador social debe aceptar responsabilidad o el empleo solamente en base de capacidad existente o de la intención de adquirir la capacidad necesaria.

§ El trabajador social no debe falsificar calificaciones, la educación la experiencia o afiliaciones profesional.

§ El trabajador social no debe permitir que el suyo o sus propios problemas personales, señal de socorro psicosocial, abuso de la sustancia, o dificultades mentales de la salud interfieran con el juicio o el funcionamiento profesional o que comprometan los mejores intereses de ésos para quién el trabajador social tiene una responsabilidad profesional.

§ El trabajador social que problemas personales, señal de socorro psicosocial, abuso de la sustancia, o las dificultades mentales de la salud interfiera con el juicio profesional y el funcionamiento debe buscar inmediatamente la consulta y tomar la acción remediadora apropiada buscando ayuda profesional, haciendo ajustes en carga de trabajo, terminando práctica, o tomando cualquiera otras medidas necesarias para proteger a clientes y a otros.

o Mantenga - El trabajador social debe mirar como primario la obligación del servicio de la profesión social del trabajo.

§ El trabajador social debe conservar la última responsabilidad de la calidad y del grado del servicio que el individuo asume, asigna o realiza.

§ El trabajador social debe actuar para prevenir las prácticas que son inhumanas o discriminatorias contra cualquier persona o el grupo de personas.

o Integridad - El trabajador social debe actuar de acuerdo con las mayores niveles de la integridad y de la imparcialidad profesionales.

§ El trabajador social debe estar alerta a y oponerse a las influencias y a las presiones que interfieren con el ejercicio de la discreción profesional y del juicio imparcial requeridos para el funcionamiento de funciones profesionales.

§ El trabajador social no debe explotar las relaciones profesionales para el aumento personal.

o Investigación - El trabajador social contratado a estudio y a la investigación debe ser dirigido por las convenciones de la investigación de estudiante.

§ El trabajador social contratado a la investigación debe considerar cuidadosamente sus consecuencias posibles para los seres humanos.

§ El trabajador social contratado a la investigación debe comprobar que el consentimiento de participantes en la investigación es voluntario e informado, sin ninguna privación o pena implicada para que la denegación participe, y con el respeto debido para la aislamiento y la dignidad de los participantes.

§ El trabajador social contratado a la investigación debe proteger a participantes contra malestar injustificable, señal de socorro, daño, peligro o la privación físico o mental.

§ El trabajador social que engancha a la evaluación de servicios o de casos debe discutirlos solamente para los propósitos profesionales y solamente con las personas directamente y tratado profesionalmente a ellas.

§ La información obtenida sobre participantes en la investigación se debe tratar como confidencial.

§ El trabajador social debe tomar crédito solamente para el trabajo hecho realmente en la conexión con esfuerzos de estudiante y de la investigación y contribuciones del crédito hechas por otras.

2. La responsabilidad ética del trabajador social a los clientes

o Primacía de los intereses de los clientes - La responsabilidad primaria del trabajador social está a los clientes.

§ El trabajador social debe servir a clientes con la dedicación, la lealtad, la determinación y el uso máximo de la habilidad y de la capacidad profesionales.

§ El trabajador social no debe explotar relaciones con los clientes para la ventaja personal.

§ El trabajador social no debe practicar, perdonar, facilitar o colaborar con ninguna forma de discriminación en base de la raza, color, sexo, orientación sexual, edad, religión, origen nacional, estado civil, creencia política, desventaja mental o física, o ninguna otra característica del preferencia o personal, condición o estado.

§ El trabajador social debe evitar las relaciones o las comisiones que están en conflicto con los intereses de clientes.

§ El trabajador social debe bajo ningunas circunstancias enganchar a actividades sexuales con los clientes.

§ El trabajador social debe proveer de clientes la información exacta y completa con respecto al grado y la naturaleza de los servicios disponibles ellos.

§ El trabajador social debe informar a clientes de sus riesgos, derechas, oportunidades y obligaciones asociados a servicio social a ellas.

§ El trabajador social debe buscar consejo y consejos de colegas y de superiores siempre que tal consulta esté en el mejor interés de clientes.

§ El trabajador social debe terminar servicio a los clientes, y relaciones profesionales con ellas, cuando tal servicio y relaciones son haber requerido no más largo o ningún más largo servicio las necesidades del cliente o los intereses.

§ El trabajador social debe retirar servicios empinado solamente bajo circunstancias inusuales, dando la consideración cuidadosa a todos los factores en la situación y tomando cuidado para reducir al mínimo efectos nocivos posibles.

§ El trabajador social que anticipa la terminación o la interrupción del servicio a los clientes debe notificar a clientes puntualmente y buscar la transferencia, la remisión, o la continuación del servicio en lo referente a las necesidades y a las preferencias del cliente.

o Los derechos y prerrogativas de clientes - El trabajador social debe hacer esfuerzo de la autodeterminación máxima fortaleza de parte de clientes.

§ Cuando el trabajador social debe actuar a nombre de un cliente que se ha juzgado legalmente incompetente, el trabajador debe salvaguardar los intereses y las derechas del cliente.

§ Cuando han autorizado a otro individuo legalmente a actuar en el favor del cliente, el trabajador social debe tratar de esa persona siempre con el mejor interés del cliente de la mente.

§ El trabajador social no debe enganchar a ninguna acción que viole o disminuya los derechos civiles o legales de clientes.

o Secreto y aislamiento - El trabajador social debe respetar la aislamiento de clientes y sostener en confianza que toda la información obtuvo en el curso del servicio profesional.

§ El trabajador social debe compartir con otros confidentes revelado por los clientes, sin su consentimiento, solamente por razones profesionales.

§ El trabajador social debe informar a clientes completamente sobre los límites del secreto en una situación dada, el propósito para el cual se obtiene la información, y cómo puede ser utilizada.

§ El trabajador social debe producir el acceso razonable de los clientes a cualquier expediente social oficial.

§ Al proveer de clientes el acceso a los expedientes, el trabajador social debe tomar cuidado debido para proteger los confidentes de otros contenidos en esos expedientes.

§ El trabajador social debe obtener el consentimiento informado de clientes antes de grabar, de registrar, o de permitir a tercero parte la observación de sus actividades.

o Honorarios - Al fijar honorarios, el trabajador social debe asegurarse de que son justos, razonables, considerados y de acorde con el servicio realizado y con el respeto debido para la capacidad a la paga del cliente

§ El trabajador social no debe aceptar cualquier cosa de valor para hacer una remisión.

3. La responsabilidad ética del trabajador social a los colegas

o Respecto, imparcialidad, y cortesía - El trabajador social debe tratar a colegas con respecto, cortesía, la imparcialidad, y la buena fe.

§ El trabajador social debe cooperar con los colegas para promover intereses y preocupaciones profesionales.

§ El trabajador social debe respetar los confidentes compartidos por los colegas en el curso de sus relaciones y transacciones profesionales.

§ El trabajador social debe crear y mantener las condiciones de la práctica que facilitan funcionamiento profesional ético y competente de los colegas.

§ El trabajador social debe tratar con respecto, y representar exactamente, las calificaciones, las opiniones, y los resultados de colegas y utiliza los canales apropiados para expresar juicios en estas materias.

§ El trabajador social que substituye o es substituido por un colega en práctica profesional debe actuar con la consideración para el interés, el carácter y la reputación de ese colega.

§ El trabajador social no debe explotar un conflicto entre un colega y los patrones para obtener una posición o para avanzar de otra manera el interés del trabajador social.

§ El trabajador social debe buscar el arbitraje o la mediación cuando los conflictos con los colegas requieren la resolución por razones profesionales.

§ El trabajador social debe ampliar los colegas de otras profesiones al mismo respecto y cooperación que se amplía a los colegas sociales del trabajo.

§ El trabajador social que sirva como un patrón, un supervisor o mentor a los colegas debe tomar medidas ordenadas y explícitas con respecto a las condiciones de su relación profesional de continuación.

§ El trabajador social que tiene la responsabilidad del emplear y la evaluación de otros miembros del personal debe satisfacer tal responsabilidad de una manera justa, considerada y equitativa, en base de criterios claramente declarados.

§ El trabajador social que tiene la responsabilidad de evaluar el funcionamiento de empleados, de supervisores o de estudiantes debe compartir evaluaciones con ellos.

§ El trabajador social no debe utilizar una posición profesional concedida con energía, tal como eso del patrón, del supervisor, del profesor o del consultor, a su o su ventaja o a la hazaña otras.

§ El trabajador social que tiene conocimiento directo de la debilitación de un colega social del trabajo debido a los problemas personales, a la señal de socorro psicosocial, al abuso de la sustancia o a las dificultades mentales de la salud debe consultar con ese colega y asistir al colega en tomar la acción remediadora.

o El tratar de los clientes de los colegas - El trabajador social tiene la responsabilidad de relacionarse con los clientes de colegas con la consideración profesional completa.

§ El trabajador social no debe solicitar a los clientes de colegas.

§ El trabajador social que sirve a los clientes de colegas, durante una ausencia o una emergencia temporal, debe servir a esos clientes con la misma consideración que eso producida cualquier cliente.

4. La responsabilidad ética del trabajador social a los patrones y a las organizaciones del empleo

o Comisión con el empleo de la organización - El trabajador social debe adherir a las comisiones hechas a la organización del empleo.

§ El trabajador social debe trabajar para mejorar las políticas y los procedimientos de la agencia del empleo, y la eficacia y la eficacia de sus servicios.

§ El trabajador social no debe aceptar el empleo o arreglar colocaciones del campo del estudiante en una organización en la cual estén actualmente bajo sanción pública de código de ética para los estándares del personal de la violación o las limitaciones imponentes o las penas para las acciones profesionales a nombre de clientes.

§ El trabajador social debe actuar para prevenir y para eliminar la discriminación en las asignaciones del trabajo de la organización del empleo y en sus políticas y prácticas de empleo.

§ El trabajador social debe utilizar con respeto escrupuloso, y solamente para el propósito para el cual se piensan, los recursos de la organización del empleo.

5. La responsabilidad ética del trabajador social a la profesión social del trabajo

o Mantener la integridad de la profesión - El trabajador social debe mantener los valores, la ética, el conocimiento, y la misión de la profesión.

§ El trabajador social debe proteger y realzar la dignidad y la integridad de la profesión y debe ser responsable y vigoroso en la discusión y la crítica de la profesión.

§ El trabajador social debe tomar la acción a través de los canales apropiados contra conducta inusual de cualquier otro miembro de la profesión.

§ El trabajador social debe actuar para prevenir la práctica desautorizada del trabajo social.

§ El trabajador social no debe hacer ninguna mala representación en la publicidad en cuanto a las calificaciones, la capacidad, o los resultados que se alcanzarán.

o Servicio a la Comunidad - El trabajador social debe asistir a la profesión en poner servicios sociales a disposición el público en general.

§ El trabajador social debe contribuir tiempo y maestría del profesional a las actividades que promueven el respecto por la utilidad, la integridad y la capacidad de la profesión social del trabajo.

§ El trabajador social debe apoyar la formulación, el desarrollo, la promulgación y la puesta en práctica de políticas sociales de la preocupación a la profesión.

o Desarrollo del conocimiento - El trabajador social debe tomar la responsabilidad de identificar, de desarrollar y completamente de utilizar el conocimiento para la práctica profesional.

§ El trabajador social debe basar práctica sobre el conocimiento reconocido relevante al trabajo social.

§ El trabajador social debe examinar críticamente, y guardar la corriente con conocimiento de la emergencia relevante al trabajo social.

§ El trabajador social debe contribuir a la base de conocimiento del conocimiento social del trabajo y de la investigación de la parte y a la sabiduría de la práctica con los colegas.

6. La responsabilidad ética del trabajador social a la sociedad

o Promover el bienestar general - El trabajador social debe promover el bienestar general de la sociedad.

§ El trabajador social debe actuar para prevenir y para eliminar la discriminación contra cualquier persona o grupo en base de la raza, color, sexo, orientación sexual, edad, religión, origen nacional, estado civil, creencia política, desventaja mental o física o cualquier otra característica del preferencia o personal, condición o estado.

§ El trabajador social debe actuar para asegurarse de que todas las personas tienen acceso a los recursos, a los servicios y a las oportunidades que requieren.

§ El trabajador social debe actuar para ampliar la opción y oportunidad para todas las personas, con el respeto especial para los grupos y las personas perjudicados u opresos.

§ El trabajador social debe promover las condiciones que animan el respecto por la diversidad de las culturas que constituyen a sociedad americana.

§ El trabajador social debe proporcionar servicios profesionales apropiados en emergencias públicas.

§ El trabajador social debe abogar cambios en la política y la legislación para mejorar condiciones sociales y para promover la justicia social.

§ El trabajador social debe animar fomentar la participación del público en formar políticas y a instituciones sociales.